En el Día Internacional de la Tartamudez: la tartamudez no es una enfermedad, es una forma de la diversidad

En el Día Internacional del Conocimiento de la Tartamudez, el Área de Discapacidad de la Asociación Pro Derechos Humanos, quiere contribuir con la eliminación de los prejuicios sobre las personas que tiene esta condición.

Muchas personas con tartamudez son objeto de burla, de discriminación y de tratamientos médicos perjudiciales, que lo único que hacen es crearles más traumas, de los que puedan tener.

Esta fecha se establece con el objetivo de “promocionar conciencia y comprensión, mostrar aprecio a quienes tartamudean y a los profesionales del lenguaje que trabajan con ellos”.

Reproducimos aquí parte del excelente artículo del señor Cristobal Lorente, cuyo espíritu coincide con el objetivo propuesto.

Otra mirada de la tartamudez

Por: CRISTOBAL LORENTE.

Los lectores de este artículo habrán tenido ocasión de conocer a lo largo de su vida a uno o varios tartamudos, habiéndoles suscitado una gran estupefacción, cuando no risitas o burlas, al observar los esfuerzos, gestos y muecas que realizaban para una acción aparentemente tan sencilla como hablar; e incluso, con el ánimo de colaborar y facilitar la salida de las palabras, hayan aconsejado tranquilidad, calma, habla lenta y similares. Estos consejos responden al estereotipo social de los tartamudos, compuesto de una amalgama de atributos desacreditadores, que califica al tartamudo de inseguro, nervioso, introvertido, acomplejado, tímido, tenso, autoconcepto bajo e incluso, que le falta una primavera; en síntesis, un estereotipo que denota irregularidades o déficits psicobiológicos, derivado de la medicalización del fenómeno de la tartamudez. Al margen de la veracidad de estos atributos, cuestión delicada de suyo que no desarrollamos en el presente artículo, en ningún caso la tartamudez está causada por una personalidad constituida por estos rasgos, como bien han demostrado investigadores de la talla de Van Riper o Bloodstein.

Sin embargo, este estereotipo ha calado en el inconsciente colectivo, originando una actitud paternalista y clínica que la comunidad tartamuda rechaza abiertamente, tal y como hemos observado en los grupos de autoayuda o en las comunidades virtuales de tartamudos durante más de tres años. Este estereotipo social obedece a la medicalización de la tartamudez, esto es, a la concepción de la tartamudez como un síndrome patológico, una pléyade de elementos portadores de patogenia: desde la noche de los tiempos, la tartamudez ha sido concebida como enfermedad, alteración, trastorno, disfunción, etcétera.

La medicalización de la tartamudez implica para los afectados una carrera moral jalonada de fracasos terapéuticos –que el tartamudo interioriza como culpabilidad al no ser capaz de cumplir las expectativas paternas y clínicas-, visitando desde los primeros años de vida múltiples especialistas como foniatras, psiquiatras, logopedas y psicólogos, sin apenas obtener resultados terapéuticos, …

¿Qué sentido tiene medicalizar la tartamudez si no se obtiene ningún beneficio, salvo para los clínicos y la industria farmacéutica? ¿Por qué no luchar para que esta minoría estigmatizada logre la… integración social?

Los tartamudos están dando los primeros pasos en esta dirección: en los dos foros virtuales en castellano dedicados al conocimiento de la tartamudez se advierte una Salida del armario discreta, relegando a un segundo plano la fluidez y la curación de la tartamudez. Al igual que ya ocurriera en otros colectivos estigmatizados, la comunidad tartamuda comienza a emanciparse lentamente después de siglos de medicalización y estigma. La desmedicalización de la tartamudez es una opción realista, similar a la desmedicalización de la intersexualidad, transexualidad, sordera (el Movimiento Sordo), autismo (http://www.neurodiversity.com/ ), o tantos otros.

http://l.exam-10.com/himiya/30295/index.html

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